Todo empezó con un incendio
En este número de nuestra revista 360, celebraremos varias innovaciones que nos aportan soluciones a nuestros problemas de una forma novedosa. En realidad, ya llevamos haciendo esto mucho tiempo. De hecho, comenzamos nuestra andadura hace más de 100 años al intentar solucionar un problema de una forma distinta.
Todo empezó con un incendio y un coche.
El trabajo de oficina no siempre ha sido tan seguro, sobre todo, a principios del siglo XX. En las ciudades se comenzó a construir edificios en madera sin tener en cuenta los peligros de incendio que esto suponía. Además, en las oficinas se fumaba, y sin tener ningún cuidado, se tiraban las colillas a las papeleras de mimbre. A medida que se expandían las ciudades, los incendios en las oficinas suponían un problema muy grave.
En esa época, Detroit era considerada el centro de la innovación de principios del siglo XX, impulsada por la industria del automóvil en expansión. Una de las nuevas tecnologías que surgieron fue la habilidad de doblar y darle forma al acero para generar una nueva variedad de productos, lo que supuso toda una revolución en esa época.
Peter Wege también tuvo una gran idea. Wege, empresario fabricante de cajas fuertes, se planteó la siguiente pregunta: «¿por qué no fabricamos una papelera de metal?». De esta forma, se evitarían los incendios inducidos por las cenizas. Lo que quizá pueda parecer una idea muy sencilla hoy en día fue un reflejo de lo que de verdad representa la innovación: un problema que se soluciona al hacer las cosas de una forma distinta.
En 1912, Wege y un pequeño grupo de pensadores de la ciudad de Grand Rapids (Míchigan) crearon la Metal Office Furniture Company (Empresa de mobiliario de metal para la oficina). En una época en la que la mayoría de las piezas de mobiliario se fabricaban en madera, Wege empezó a explorar los diseños de los distintos productos de metal, incluidas las papeleras. Tras la creación de los achivadores de acero, conocidos por su firmeza y calidad, lo que evitaba a su vez que se quemasen, la empresa cambió su nombre para pasar a llamarse Steelcase a partir de 1954.
Desde entonces, han cambiado muchas cosas. Hoy en día, somos una empresa de fabricantes, hackers, oyentes, aprendices y pensadores mundiales. Hemos creado una gran diversidad de productos experimentando con todo tipo de diseños y materiales, que nunca suponen un desperdicio. Escuchamos a las personas y observamos cómo trabajan para comprender lo que necesitan hoy y en el futuro. Pero, a lo largo de todos estos años, algo permanece inalterable, ponemos a las personas en el centro de todo lo que hacemos y creamos soluciones innovadoras que les ayude a disfrutar con su espacio de trabajo.